Hace poco mi mamá se murió. Ella siempre
fue mi room mate, y como algunos
podrán entender tuvimos (ella y yo) mucho de aquello que llaman Convivencia.
Éramos socios. Nuestro acuerdo empezó a mis trece años; edad en la que ya tenía
obligaciones financieras en el hogar. Para ese momento ella me dijo: “mi papá siempre nos dijo que a los
dieciocho años ya uno debía contribuir con los gastos de la casa; pero, me veo
en la necesidad de pedírtelo a ti un poco antes”. Y por supuesto asumí mi
obligación ininterrumpidamente desde que fue me planteada.
Hoy vivo solo. Esa es mi realidad. Y me
es inevitable el recordar, bajo mi calidad de escritor y lector empedernido, un
libro (que en esta ocasión, tal vez, sea prudente aludir), en donde encontré una
verdad cincelada en un quote, válido ante mi circunstancial coyuntura:
“La soledad no es mala, lo que es malo es el
Aislamiento…” (José Luis Martín descalzo)
Vaya si es verdad esta frase que la vivo
en carne propia; y la asumo con la mejor de las convicciones. Aprendiendo cada
día. No estoy aislado, al contrario, mi familia hoy día está más unida que
nunca antes.
Les habla un tipo que a sus treinta y dos
años (edad en la que escribo esto) es huérfano. Perdí a mi madre y nunca disfruté del beneficio de tener un
padre que me "parara bola". Sin embargo, la coyuntura y la aleatoriedad de mi
suerte me han llevado a entender y a apreciar mi entorno, más allá de las
percepciones de un ciudadano promedio. Yo soy yo y mis circunstancias… Yo soy yo y mi pensamiento divergente...
Somos una consecuencia de lo que le dio
la gana de ser y hacer a nuestros padres; y ese estímulo-dharma-beneficio
queda impregnado en nuestro modelo de mundo de una manera tan inevitable como
implícita.
Estar conscientes de lo que somos; estar
conscientes de lo que hemos pasado; es una trillada coyuntura dentro de una
realidad que no terminamos de entender, llena de subjetividades, inmersa en un
laberinto llamado Tiempo, que nos afecta de una manera tan extraña que ningún
experto en este mundo podría explicar. Nadie es tan experto para explicar cómo
funciona ese villano llamado Tiempo; individual como el pensamiento, que actúa
y transcurre inmune a todo.
¡El tiempo es el único inmune a todo!
La realidad, nuestra realidad, es una
maraña de estímulos mezclados con experiencias.
Cada persona cree que entiende su realidad bajo un esquema que algunos en
su momento identificaron.
En relación a este contexto, Gregory Bateson y Robert Dilts desarrolaron una teoría: su teoría de los Niveles Lógicos del Pensamiento .
En relación a este contexto, Gregory Bateson y Robert Dilts desarrolaron una teoría: su teoría de los Niveles Lógicos del Pensamiento .
Los niveles propuestos por Bateson son los siguientes:
·
El
Entorno
·
El
Comportamiento
·
Las
Capacidades
·
Las
Creencias
·
La
Identidad
Dilts le agregó a esta teoría un nivel
superior luego de la Identidad: La
Espiritualidad y El Propósito.
El Entorno: representa el medio o el
contexto donde nos desenvolvemos.
El Comportamiento: esta relacionado con
el concepto de hacer.
Las Capacidades: están unidas al concepto
de poder.
Las Creencias: está vinculado con lo que
nos motiva y nos mueve.
La Identidad: está atado al concepto de ser.
La Espiritualidad (ítem que agregó Dilts)
ya viene a plantear convicciones más trascendentales aceptando algo más grande
que nosotros mismos aunado a nuestros objetivos planteados.
Esta Teoría de los niveles neurológicos
menciona, a su vez, tres tipos de cambios básicos en el individuo:
Cambio
Remediativo: se da en
los niveles Entorno y Comportamiento.
Cambio
Generativo: se da en los
niveles Capacidades y Creencias.
Cambio
Evolutivo: se da en los
niveles Identidad y Espiritualidad.
Teniendo en cuenta lo anteriormente "informado", analice usted qué puede y qué quiere
cambiar. Yo ya estoy asumiendo y evaluando mis cambios.
Recuerde siempre que su Entorno puede afectar considerablemente
la intensión de cambio, sin embargo, el verdadero punto de partida serán sus Creencias. Administre bien la moneda tiempo y ponga cuidado en lo que
cree.
Puede que usted lector haya encontrado en
mis conjeturas un planteamiento harto coherente y lleno de una verdad
atribuible al mejor de los criterios, pero debo prestarme siempre honesto ante
mis principios individuales de la ética y mis propias leyes asumidas en cuanto
a la sinceridad. Fragmentos de este escrito han sido redactados en un estado
semi-consciente; siendo el alcohol un placebo para mitigar mi dolor y espantar
mis fantasmas en algunas de mis “ocasiones y episodios de tristeza”. (...)
¡Todos tenemos fantasmas!. Algunos estamos
conscientes de ello, otros no. Pero hoy, en la realidad de mi microcosmos, puedo
asegurar que mi percepción se ha modificado bajo el prisma de la madurez.
Hoy vivo solo y entiendo más que nunca lo
que es llevar una casa, una familia, una vida... No porque antes los desconociera ¡no! Sino, porque ahora
lo asumo consciente de mi realidad como persona entera, íntegra, e independiente; dueña de sí.
Asumiendo una libertad -si se quiere- desde el punto de
vista de Jean Paul Sartré, cuando en su momento dictó: “estamos condenados a ser libres” .