Todo educador está consciente de que ejerce la mejor profesión peor remunerada. Esta retribución no solo está relacionada al dinero, sino al hecho de recibir algo a cambio de ese esfuerzo; al menos, un simple agradecimiento, un gesto de aprehensión, un dejo de entendimiento...
El avatar de la empatía es el buen docente. El héroe de esa gran penitenciaría de las ideas que son las escuelas y las universidades.
Detachment es un drama del 2012, dirigido por Tony Kaye y protagonizado por Adrian Brody, quien también intervino como productor. La historia se gesta en los esfuerzos de un profesor sustituto, el cual trata de persuadir a sus “estudiantes momentáneos” a encontrar el verdadero camino de sus propias vidas.
La figura del profesor Henry Barthes es la figura misma, heróica y admirable, de todos los educadores que tratan de “salvar” a sus alumnos día a día; que intentan ayudarlos a centrarse y a encontrarse, combatiendo en un entorno hostil, carente de respeto por la vida; un entorno ahogado en la naturaleza errante de nuestra condición humana, tan violenta como ingrata.
La película hace referencia al relato El Hundimiento de la casa Usher, de Edgar Allan Poe. Esta pieza literaria, por su parte, es una metáfora del desmoronamiento mismo del ser; de la decadencia de algo que fue y ya no será; del menoscabo que nos acompaña cual sombra en la evolución de nuestros miedos…
La sociedad se pierde en sí misma, atrapada en su propio vórtice; se entierra viva, cual Lady Madelaine, que termina desplomándose ante un Roderick nacido de su misma estirpe. El castillo Usher es la estructura misma del ser que tiembla, cruje y sucumbe ante las debilidades de un mundo hipocondríaco que se autodestruye.
Recomiendo esta película, tanto a padres y madres, como a educadores en general…
Aquí les dejo una escena para persuadirlos a verla.
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