miércoles, 7 de enero de 2015

A mi Reina y a mi Verdugo les saludo...

Año tras año nos llamamos en época de navidad para recordarnos cuánto cariño hay entre nosotros, y cuan grande es nuestra amistad. Cuánta dicha el sabernos en familia. En compañía. Juntos. Este diciembre no es la excepción. Cada final de año trato de hacer un recuento de mis experiencias, para tratar de evaluar mis decisiones, mis opciones y mis oportunidades. Para entender mejor mi propia vida y conocerme mejor a través del Tiempo.
¡El Tiempo! vaya elemento imperativo. Qué fácil es tan solo nombrarlo, pero qué difícil es asumirlo. El Tiempo es un maestro que no deja de ser tirano, y a su vez, un tirano que no deja de ser maestro. El Tiempo es una andrógina meretríz que muchos aman pero que pocos respetan. ¿Acaso existe algo más poderoso que el Tiempo? ¿Acaso existe algo más cercano a la ambigüedad de Dios, que el mismísimo Tiempo? En la mitología griega el inicio de todo, el dios creador, la primera figura del Olimpo, fue nada más y nada menos que: Cronos: ¡El Tiempo!. Padre de Zeus y cabeza de la jerarquía helénica. El Tiempo es todo y todo es el Tiempo. Le rendimos culto inconsciente a través de la cronología de nuestra propia existencia. A través de una sucesión de vidas. A través de la historia. A cada momento... El Tiempo ha sido obedecido y siempre se obedecerá. Veneramos su extraña existencia y vivimos bajo su ordenanza. Nadie puede contra el Tiempo. Nadie.
Ese mismo Tiempo, inclemente, infalible; ese mismo Tiempo, inmodificable, casi perfecto, constante, intransigente, despiadado, desconcertante, es ¡la regla máxima!. La condición de un siempre. El más costoso impuesto. La única verdad común a todas las verdades. Así existe el Tiempo de manera absoluta. Entre los que ya no están, entre los que estamos, y entre los que estarán…
En un libro titulado Love Story, el autor (Erich Segal) define otro elemento poderoso, como es el Amor, bajo la siguiente premisa: “amar es nunca tener que pedir disculpas…”. Vaya tema complicado y subjetivo el Amor. (…) El Amor en su más excelsa expresión nunca ofende. Y así como el Tiempo, tiene dos realidades. Una subjetiva, y otra inherente al colectivo. En mi esfuerzo más existencialista he definido el estado hiper-consciente de una realidad-tiempo bajo el término Maintenant, que quiere decir: Ahora (Lo expongo a través de uno de mis cuentos, el cual titulé Clarence Carswell y la ambigüedad del Tiempo). Pero ese Ahora es cíclicamente fugaz y constante. El Maintenant, el Ahora, son como pequeñas velas que se encienden y se consumen; no necesariamente de una manera correlativa. Pequeñas velitas que se encienden y que se viven para luego encender otras nuevas, dejando atrás las consumidas. Casualmente, el título del libro que publicó mi madre antes de morir, el mismo que solo yo le ayudé a escribir y a diagramar, lo tituló: Candilejas de Sentimientos. Ese libro no es más que una sucesión anacrónica de sus momentos. De sus “ahoras”. De su Maintenant. ¡Vaya coincidencia! Mis conjeturas más abstractas y existencialistas fueron resumidas por mi madre en una frase atemporal, que utilizó para titular su obra, en una línea esbozada en el Tiempo. Su Tiempo. 

Dios me prestó a mi madre y el Tiempo se la devolvió, recordándome que no era más mía que de él. El Amor la mantiene conmigo. Y mi más futuro Maintenant, mi Ahora-más-luego también estará con ella, de nuevo en presencia tangible… No me arrepiento de nada de lo que viví con mi madre pues todo ello forma parte de mi Ahora. Mi amor por ella me hace bajar la cabeza contra ese villano Tiempo que no me dejó estar más momentos sino tan solo algunas velas… hasta un próximo Maintenant… que ya será más allá de nuestra actual razón. Lo que no me impide el Tiempo es amarla como la amo, más allá de sus estrictas condiciones cronológicas. El Amor más fuerte trasciende al tiempo (esta vez con minúsculas). Ya estaremos juntos de nuevo. Hoy mi corazón te grita llorando en un subjetivo silencio; pero estoy seguro de que nos volveremos a ver. Bella. Bellísima. Te amo. Siempre te amaré. Siempre… ¡Cuánta falta me haces! ¡Cuánto te extraño! Madre amiga. Madre room-mate. Madre socia en intercambios literarios. Te amé tan poco, que hoy me duele no poder amarte más. Solo el consuelo de saberte bien en tu verdadero lugar me reconforta y me serena. Bienvenida sea, ahora y siempre, la calma. La calma es una bendición. La calma es fortuna a mi alma. La calma es sosiego a mi mente. Un arduo ejercicio. Feliz navidad mamá. Y feliz navidad para ti también Tiempo. Perverso profesor. Maestro malicioso. Ya llegará el momento en que pueda burlarte, y así encender esa velita que tan pronto me apagaste. De momento será mejor estar tranquilo. Estar sereno. Incluso agradecido. Difícilmente agradecido…